Solidaridad antes que conveniencia

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Esta mañana me enteré del ataque sufrido por Juan Manuel Lorda, trabajador del Tambo La Resistencia e integrante del Frente Ciudad Futura, cuando tres individuos ingresaron a las instalaciones que el emprendimiento tiene en el barrio de Nuevo Alberdi, lo ataron, le taparon la cabeza y lo amenazaron para que desalojen el lugar porque, si no, les iban a “meter una bomba”.

Automáticamente me solidaricé con ellos a través de mi cuenta de twitter, creyendo que toda violencia es repudiable y que nadie tiene derecho a ejercer la fuerza por ningún motivo.

En ningún momento cuestioné ni califiqué de violenta la decisión de la justicia que había ordenado el desalojo del lugar en 10 días, como tampoco dí por sentada que la actitud de quienes llevan adelante el tambo sea la correcta. Sólo apoyé a las personas y al emprendimiento como tal. No me corresponde a mí emitir juicio sobre quién tiene la razón.

Porque la violencia, sea física, verbal o ideológica, ha dejado demasiadas heridas en nuestro país como para seguir sosteniendo que “el fin justifica los medios”. Y aunque no esté de acuerdo con personas, personajes o maneras de pensar, jamás voy a justificar la violencia.

Lamentablemente hay personas enceguecidas por su ideología que dejan de ver a las personas detrás de los conflictos, y emiten opinión o actúan sin valorar lo realmente importante: resguardar la vida, proteger el trabajo, y las fuentes de trabajo.

Podemos no estar de acuerdo, porque de eso se trata la convivencia democrática, pero no deberíamos olvidar que el hombre y su integridad deben estar por encima de todo valor… aún el del mercado.

Espero que todo esto se solucione de la manera más justa y equitativa. Para eso es imprescindible que el Estado intervenga para mediar entre las partes. Pero sobre todo ansío que podamos comenzar un camino de entendimiento y diálogo, dejando banderías y posturas personales en favor del bien común.
Editorial del 9 de abril de 2016

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